21 marzo 2011

Capitulo III "La invitacion" parte II

En la esquina del edificio le indicio donde puede estacionar para poder descender del coche. Disminuye la velocidad paulatinamente a medida que se acerca a la vereda hasta estacionar.
-Gracias por traerme hasta mi casa.
-No es molestia para mí asique siempre que necesites ir a alguna parte avísame que sin dudarlo te llevare a donde lo necesites y nuevamente te pido disculpas por mi actitud mientras viajábamos.
-No tienes porque disculparte, solo tendré que acostumbrarme- rio efusivamente para que no se sienta mal. Porque debo admitir que a pesar de que tuve temor que tuviéramos un accidente, también quería cantan casi, a gritos y moverme en el asiento, como ella lo hacia, sentirme libre, eso es, sentirme libre aunque fuera tan solo un por unos pocos minutos.
Apoyo mi mano en la abrazadera de la puerta, hago palanca hasta sentir que se destraba, la abro por completo, saco mi pierna izquierda hacia afuera y cuando quiero sacar el resto de mi cuerpo Rocío asienta su mano en mi brazo, giro mi cabeza hacia su dirección y es cuando me recuerda que el sábado a partir de las 10 de la noche comenzara la fiesta y puedo ir cuando lo desee. Termino de descender del coche, cierro con cuidado la puerta, agitando mi mano me despido de ella e ingreso al edificio.
Indudablemente su invitación me agrada, me hace sentir estoy siendo parte importante de la vida de alguien en esta ciudad, pero también tengo la inquietud de saber como me sentiré, no conozco a nadie mas que a Rocío y no podrá estar conmigo toda la noche porque deberá atender al resto de los invitados. Pero  esa incertidumbre solo me la podre sacar cuando llegue allí y, ¿quien sabe?, Hasta la pase muy bien y conozca gente nueva.
Subo hasta mi departamento y ni bien abro la puerta observo en el estado funesto que se encuentra, vajilla que me quedo para lavar de la noche anterior y esta mañana, ropa que había dejado sobre las sillas y el sillón secándose, es  tal el caos que no se por donde empezar. Cuelgo mi cartera en el perchero y me dispongo a empezar por lavar los platos, afortunadamente tan solo es un plato, una taza, un juego de cubiertos y dos ollas; a medida que las lavaba las iba colocando en un rincón de la mesada donde previamente había colocado una rejilla para que absorba el agua que se escurre, repaso la estufa y mientras termina de secarse todo voy levantando la ropa que esta seca, la cual simultáneamente voy doblando para evitarme el planchado, apilada una sobre la otra la dejo sobre la mesa.
Tomo una por una la vajilla, repasándola con una rejilla seca y la guardo en su lugar. Con esa misma rejilla repaso la mesada, estrujo la que estaba usando para escurrir el agua y sitúo a ambas sobre la mesada para que se sequen. Debería también barrer un poco, no perdería mucho tiempo, pero desde chica me han inculcado la “superstición” de que de noche no se barre, no recuerdo bien porque y si será real, pero por si acaso prefiero dejarlo para mañana.
Recojo la ropa que había dejado apilada sobre la mesa y me dirijo hasta la habitación, la observo desde la puerta, otro caos me espera, pareciera que nunca lograre dejar en orden el departamento.
Respiro profundo, contengo el aire un segundo y lo suelto. Apoyo la ropa que tengo en mis manos sobre un mueble que hay a mi derecha para levantar la ropa que deje regada sobre la cama, ni siquiera se que esta limpio y que sucio asique meto todo en el canasto que tengo para la ropa sucia, me siento en el piso frente al armario que deje todo revuelto esta mañana cuando buscaba mi blusa favorita que por cierto no encontré, saco prenda por prenda que doblo con cuidado y voy dejando a mi costado, a la derecha las blusas y a la izquierda faldas y pantalones y tal como quedan apiladas las ubico nuevamente dentro del armario.
Me levanto con dificultad debido al dolor de espalda que me aqueja a causa del cansancio que tengo, vuelvo hasta el mueble donde deje la ropa y la guardo en el armario siguiendo el orden de las hileras que arme unos instantes atrás. La cama la dejo tal cual esta ya que en un rato, después de cenar, me iré a dormir.
Regreso a la cocina y de la heladera saco una pequeña fuente de plástico con restos de comida que de inmediato meto en el microondas para calentarlo. Mientras tanto preparo una bandeja con el plato, cubierto y baso con gaseosa. El microondas emite una bocina anunciando que ya a calentado la comida, la saco de allí y la sirvo en el plato que había reservado. Dejo la fuente en la pileta, tomo la bandeja y camino hacia la habitación.
Mientras ceno en la cama, dejo la televisión en un canal donde están dando una película que muchos habían recomendado cuando la estrenaron.  Termino mi cena  y para que no me quede nada pendiente para el fin de semana, me puse al día con el Instituto que lo tengo un poco relegado a causa de las horas que me consume estar en el trabajo,  pero no logro terminar con mi cometido pues me quedo dormida a mitad de la lectura de un apunte, semi-recostada y  con el libro sobre mi pecho, en la madrugada me despierto por la luz dela televisión que me molesta, miro la hora, son las tres, dejo el libro sobre la mesa de luz, apago la televisión y encuentro una mejor posición para continuar durmiendo hasta que no tenga mas sueño aprovechando que al día siguiente no tengo que trabajar.


18 marzo 2011

Capitulo III "La invitacion" parte I

Ha pasado tiempo y todo marcha bien, siguiendo su curso natural. En el Instituto me esta yendo muy bien por suerte y eh forjado una buena amistad con Rocío, como lo había previsto o quizás  deseado desde el primer día que nos hemos visto. Su amista me ha permitido desenvolverme mejor en la ciudad, conocer más gente y no sentirme sola. Lo cual no quiere decir que me halla olvidad de Avril y Celina, obviamente sigo extrañándolas y esperando poderme tomar unos días para ir a visitarlas a ellas y a mi familia, pero con Rocío las cosas se me han hecho un poco mas livianas en este tiempo.
Como todos los días llego al Instituto. Asisto a las clases asignadas para el día.  En la última, día me siento junto a Rocío cerca de una ventana que da a la calle. Desde allí puedo observar los últimos segundos del atardecer antes de que se esconda por completo el sol. Esta de un color anaranjado anunciando que mañana el día estará con una temperatura agradable después de tanos días de frio que hemos pasado.
En medio de la clase,  ella me escribe en la hoja de mi cuaderno:
-El sábado voy a festejar  mi cumpleaños, ¿quieres venir?
- Bueno dale, decime donde y a que hora- le conteste
- La fiesta será  en mi casa, pero luego te explico mejor.
En ese preciso momento el profesor anuncia la finalización de la clase, asique tomamos nuestras cosas y salimos del aula. Atravesamos el pasillo hasta la puerta de salida. Ya no queda nadie, al parecer somos la última clase que queda en el Instituto.
En el campus todo esta bastante oscuro, hay muy pocas luces en el camino y no iluminan mucho que se diga. Asumo que, a pesar de que ya han pasado varios meses de que han comenzado las clases y me toca transitar el mismo sendero, todavía siento temor de atravesar este lugar, todas las noches tengo la sensación de que alguien me vigila y más aun en los días que Rocío no asiste a clases y debo regresar sola. Esas situaciones me ponen muy nerviosa, sentir que continuamente estoy siendo observada me altera. Si tan solo supiera, o siquiera pudiera ver el rostro de esa persona que me observa, seria distinto, con eso no quiero decir que sea bueno o malo, pero me exaspera cada vez que siento la mirada sobre mí y que al darme la vuelta para poder ver quien esta nunca llego a ver nada.
Rocío  se ofrece a llevarme hasta mi casa ya que en esta ocasión ha venido en coche, no desprecio su ofrecimiento pues hoy me eh cansado mas de lo común en el trabajo y  no tengo aliento ni para caminar hasta la parada del colectivo. Caminamos hasta el estacionamiento de donde debe retirar el coche, el modelo no es tan actual, será de hace unos seis años atrás, pero esta impecable; en el paragolpes y el porta equipaje tiene anexado accesorios de lo que se conoce ahora como “Tuning”, también el fue color seguramente elegido por ella por que tiene un color rosa pero engamado con diferentes tonalidades. Subimos al mismo.  En el interior los tapizados están en negro con detalles en fucsia. Y del equipo de sonido ¿Qué decir?, ¡es impresionante!, la radio es de ultima tecnología, tiene entrada para cualquier sistema de memoria, todas las teclas se iluminan en la oscuridad, los parlantes de color negro metalizado están situado en la parte trasera del auto, saliendo del porta equipaje. No puedo evitar elogiarle el coche, ella se siente orgullosa del resultado que logro y sin titubear me dice que cuando yo tenga uno me ayudara a acondicionarlo como yo lo prefiera.
En el camino a casa ella me cuenta que realizará la fiesta  en su casa, advirtiéndome que queda un poco alejado y es conveniente que valla en coche y evada la opción de ir en colectivo. Se ofrece a irme a buscar pero le respondo que no es necesario, que pediré un taxi, no quiero importunarla, seguramente tendrá muchas cosas que hacer y deberá estar presente para recibir a los invitados.
Extiende su mano hasta la radio y sube el volumen mientras exclama ¡me encanta esta canción!, ¿A ti no?, le respondo que si con un tono poco plausible porque debo admitir que a pesar de que sea una bella canción, ¡ya estoy fastidiada de escucharla todos los días por la radio en mi trabajo, y no solo una vez al día, sino cada vez que un programa nuevo comienza porque es la canción del momento y todos la ponen en su repertorio! Simultáneamente presionan un botón de entre tantos que se encuentran en un tablero debajo de la radio, con lo cual la capota comienza a descender lentamente hasta abrirse completamente.
Ella se deja llevar por la euforia de la canción, agita su cabeza de un lado al otro, su cabello se revuelve, canta tan fuerte que hasta llega a gritar, mueve todo su cuerpo al compás de la canción, como si la hubieran hechizado o hipnotizado e ingresado a un estado de trance. No puedo evitar mirarla con temor ya que pareciera que le presta más atención a la música que a observar el camino y al contrario que ella me encuentro estática en mi lugar, llegando casi al pánico al ver como rebasamos los coches a muy corta distancia y ella pareciera ni percatarse de la situación.  Mira hacia mi dirección y al verme en que estado me encuentro me pregunta con simpatía:
-¿Que te sucede? ¡Pareciera que tuvieras miedo!
-Sinceramente sí lo tengo, te veía tan feliz con la música, pero  no le prestabas mucha atención al camino.
-Tienes razón, a veces me posesiono tanto con algo que me olvido del resto del mundo, de todos modos no te preocupes que tengo muy buenos reflejos algo como – calla un segundo- como un don podría decirse.
En silencio se acomoda correctamente en su lugar, siguiendo el resto del camino escuchando la música.